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La hazaña de cruzar Los Andes en parapente

Publicado el 22 / 12 / 2003

Chris Santacroce (USA) y Will Gadd (CAN) lograron realizar este cruce de la cordillera de los Andes en parapente, uniendo por primera vez Argentina y Chile en esta modalidad de vuelo. El vuelo se llevó a cabo despegando de Portillo (CL) a 4500Mts y aterrizando en un valle bajo el Aconcagua, Mendoza (AR).


Por Will Gadd

El Viaje a los Andes 2003 fue un éxito hecho más dulce debido a que vino después de condiciones climáticas horrendas en algunas de las montañas más difíciles en las que he viajado. En el final tuvimos que perseverar contra molestias de la frontera internacional, vientos que parecían no tener fin y una seria carencia de buena información.

Ocasionalmente parecía que no íbamos a conseguir nada, pero en el final nuestro equipo lo logró. ¡Raramente se prueba un éxito mejor! Escribí esto durante el viaje y en el vuelo de regreso, no está pulido pero espero que lo disfruten. Algunas de las excelentes fotos de Christian Pondella están publicadas en www.ojinternational.com/andes.htm. Chris Santacroce, Othar “OJ” Lawrence, Pat Morrow (camarógrafo) y yo aterrizamos en Santiago el 6 de Diciembre. Nos recogió nuestro conductor y director general de logística, David Owen de PowderQuest. Shaniti Sosienski, escritor, y Christian Pondella, fotógrafo, se unieron a nosotros en los días siguientes. Pasamos una semana volando y aclimatándonos al lado occidental de la Cordillera Andina.


En nuestro primer día en Chile volamos desde Las Vizcachas en el centro de Santiago en condiciones de ensueño; termiqueando hasta la base de las nubes con cóndores, perfecto. También tuvimos un decente día de vuelo sobre Santiago a 3000-3650Mts. en un área llamada El Colorado, pero en promedio las condiciones fueron ventosas, ventosas y más ventosas. Abajo en Santiago los vientos están bien, pero arriba las nubes parecen “algodón de azúcar” triturados por el viento cada día. OJ, Chris y Pondella tomaron la carretera de los Trans-Andes, donde encontraron, (pese a que nuestro mapa mostraba una ruta muy agradable), un profundo barranco repugnante y muy ventoso.

Si las condiciones eran “normales”, significa cualquier cosa como las que hemos visto en otras montañas alrededor del mundo, la carretera de los Andes pudo ser un buen lugar para volar, pero aquí era un lugar peligroso. Planeamos un vuelo con el equipo vivac completo tan sólo lo importante, pero nuestro equipo y camarógrafos en tierra tienen que poder seguirnos, y tenemos que poder aterrizar seguros en algún lugar. Después del reconocimiento el grupo volvió y dio su evaluación de la ruta (“Es un desastre. Creemos que si aterrizamos allí dentro con el viento que vimos probablemente moriríamos”) estábamos un poco desanimados. El viento continuaba soplando. Sin embardo, he realizado varios viajes por las grandes montañas para saber que lo único que se necesita es tener las condiciones correctas por un pequeño período de tiempo. Todavía hay mucho por hacer mientras el viento sopla. Me reuní con el club de planeadores para discutir rutas alternativas, los militares Argentinos calculan como vamos a cruzar la frontera legalmente, etc., etc. Esta etapa de una expedición es siempre la más dura; es como estar en la subida de una gran montaña pero el peligro de una avalancha es inminente y la ruta que buscamos seguir se está inclinando cada minuto por la caída masiva de hielo. Nuevos planes están en orden.


Después de 11 días de vuelo perdidos, mirando el viento, y siguiendo el plano en Santiago estamos seguros de intentar y cruzar los Andes cerca de Santiago hacía el sur de la ciudad de Mendoza en el lado Argentino de los Andes. Manejamos por el Caños de Maipo con un viento aullador, acampamos esa noche con algunas bolsas térmicas en el viento aullador, y empezando la caminata en la mañana en, como pensabas, viento aullador (VA para resumir).

El VA fue un compañero constante por los diez días; si no está soplando fuerte entonces está soplando realmente fuerte. Othar, Chris y yo dejamos a Pat, Christian, Shanti y David Owen en la cima de el paso llamado Portillo de los Piuquenes y caminaron bajando juntos dentro de un valle salvaje, maravilloso en el lado Argentino del paso. estábamos esperanzados de que sea menos ventoso allí, pero el VA continuó y nos deslizamos hacia abajo por la nieve y caminamos cerca de ocho horas con nuestros parapentes y equipo vivac. estábamos frustrados por no poder volar, pero el lugar era realmente asombroso – ¡es difícil estar harto cuando el escenario esta compuesto por picos de más de 6000Mts!

Vimos algunos solitarios Cóndores con sus alas replegadas para ganar velocidad en el enloquecido viento cuando fuimos de excursión y sorteamos numerosos arroyos congelados y guiándonos con el mejor mapa que encontramos, un “modular”, que es un tipo de mapa utilizado por los pilotos de aviones que vuelan a cientos de kilómetros por hora. La escala es alrededor de uno en un millón, y al comienzo del mapa estaba en blanco con la nota “datos de relieve incompletos”. En otras palabras, estábamos bastante seguros que podríamos caminar a través de los Andes siguiendo los cauces de los grandes ríos pero no muy seguros…


Justo cuando oscurecía y estábamos realmente cansados de caminar con nuestros parapentes vimos un edificio de piedras bastante grande – resultaba ser el Refugio Militar Real de la Cruz. Creía que iba a estar cerrado totalmente, pero dentro había un grupo de gente que había montado a caballo desde el otro lado de los Andes – ellos se sorprendieron de vernos, y éramos las primeras personas del año en el Refugio. No habíamos visto a nadie en todo el día, incluso ningún rastro, encontrar gente era una agradable sorpresa. Habíamos dejado nuestra cocina, carpas, todo menos nuestros parapentes y equipo vivac para alivianar la carga, así que un lugar seco, relativamente cálido para pasar la noche era un agradable alivio. El jinete terminó enseñándonos como beber en Español (buena diversión), y compartimos nuestro Advil, torta de frutos secos y protector solar con ellos sobre la mejor comida que hemos tenido hasta ahora, cortesía del equipo de jinetes.

La mañana siguiente, armados de mejor información, caminamos desde cerca de los 1650Mts hasta un paso a 4400Mts. Había un camino mucho mejor, y sólo cruzaba un arroyo. Los paisajes eran otra vez sorprendentes, vi una eternidad de laderas salvajes para escalar, una enormidad de rutas de hielo esperando ser escaladas, e incluso algunos animales salvajes que se parecían a unas mini-jirafas o algo así. El paisaje del lado posterior del Tupungato, segundo pico más alto de Argentina, era especialmente memorable. El vuelo era simplemente inadmisible, el viento nunca estaba debajo de los 65 o 80 kilómetros por hora, a veces éramos literalmente derribados. Finalmente cruzamos por el paso y bajamos, cansados pero felices de tener el otro lado de los Andes a la vista.

Más información:
Acerca de Will Gadd (Autor)
Derechos y autoría de las fotos: Othat Lawrence
Más sobre Chris Santacroce
Gangster en el sitio oficial de Gin Gliders
Publicación en Diario Los Andes





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